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Nuestro Padre Jesús Nazareno

Nuestro Padre Jesús Nazareno, Cristo de la Vera-Cruz, Amadeo Ruiz OlmosLa Cofradía de la Santa Vera Cruz a lo largo de su dilatada historia siempre ha dado culto y veneración a un conjunto de imágenes relacionadas con la Pasión de Cristo. Desde su creación en el siglo XVI, ha sido permanentemente la devoción a la Santa Vera Cruz y a Nuestro Padre Jesús Nazareno, tanto en el culto interno como procesional de la Cofradía. Aunque la talla no haya sido siempre la misma por motivos de innovaciones cofradieras o por pérdida de la misma a causa de razones ajenas a la hermandad.

Al parecer la imagen primitiva era de gran valor artístico y con el paso del tiempo debió sufrir un gran deterioro, pues en el año 1882 se envía a Barcelona para su restauración, pagando por ella 400 reales. Cuando regresa a Baeza se dice que la imagen sufrió un “cambiazo” de la cabeza, algo que confirman los estudios realizados sobre ella en el año 1934 por el profesor de Bellas Artes, Sr. Pueyo, donde se llegó a la conclusión de que la talla de la cabeza, no correspondía en su estilo y calidad a otras partes talladas conservadas de la antigua. La imagen retornada y que podemos observar por fotografías de la época era de facciones alargadas, mirando al cielo, cabellera natural, posiblemente tuviese los brazos articulados, pues aparecen varias instantáneas en las que la posición de las manos varía. También poseía al menos dos túnicas, una de terciopelo de cola bordada en oro y otra de damasco en tonos rojos y dorados, regalada esta última por Dª. Luciana del Castillo Tapia. La imagen desfiló sola hasta 1931, en la que en un nuevo paso se incorporó la imagen de Simón de Cirene, de los talleres Burillo de Valencia, hasta agosto de 1936 donde desaparecen por el asalto a la iglesia de Santa Cruz.

Cuando la hermandad decide reorganizarse en 1945, en el capítulo general del 28 de Enero de ese año, celebrado en la sacristía de la Parroquia de San Pablo por destrucción de la de Santa Cruz, la primera cuestión a plantear fue la de realizar una nueva imagen del Nazareno, por lo que rápidamente se inician las gestiones para encontrar un escultor, por lo que se contacta con el gaditano D. Juan Luis Vasallo Parodi que presentó un presupuesto de 10.000 pesetas, el valenciano afincado en cordobés D. Amadeo Ruiz Olmos por 6.000 pesetas y el granadino D. Emilio del Moral Herranz por 6.000 pesetas. Todos los presupuestos iban acompañados de bocetos y fotografías de otras obras hechas por los solicitantes. Dada la situación económica en la que se encontraba la cofradía se descartó la propuesta del Sr. Vasallo, adoptándose  por unanimidad el proyecto del Sr. Ruiz Olmos por haber gustado más los trabajos presentados por este.
El 10 de agosto de 1944 se formaliza el contrato en el estudio del escultor en Córdoba por la Federación de Cofradías, quien había asumido la recuperación de las imágenes destruidas en la Guerra Civil, costeando el importe de esta, en los siguientes términos:

CONTRATO
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Contrato de Imagen de Jesús Nazareno para el pueblo de Baeza (Jaén) ********
Esta imagen será tallada en madera en todo su conjunto, siendo su estudio principal cabeza, manos y pies, y el cuerpo para su ajuste de ropa o sea su volumen para vestir. Su tamaño es natural 1’60 centímetros de altura decorado y con cruz rustica acoplada al mismo, con peana en forma de tablero para su acoplo en su respectivas andas.
Pesetas 5.000’00 (cinco mil)
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CONDICIONES:
La Imagen será entregada antes de la Semana Santa próxima, en este estudio taller siendo de cargo de los Sres. Encargantes los transportes y embalajes si los hubiere.

Para dar mayor facilidad de ejecución de la obra se entregará a cuenta bajo recibo la cantidad de MIL pesetas, y el resto a la entrega de la misma. La Hermandad podrá dar idea o sugerencia sobre la postura e inclinación de la Imagen y podrá cuando lo desee visitar este estudio durante la realización de la misma como debe ayudar en su aportación de túnica etc. Para mayor lucimiento y perfección, en bien de la misma.
En Córdoba 10 de Agosto de 1944
Conforme la Hermandad: Juan Lucena , Conforme por la Federación: , Conforme: Amadeo Ruiz Olmos. Todos ellos rubricados.

Según se puede leer en cartas recibidas por parte del secretario de la hermandad por entonces, el Sr. Rafael Vañó Silvestre, Amadeo Ruiz Olmos le comenta al este, que pondría “toda su alma” en la ejecución de la obra, pues tenía constancia de la existencia de un Nazareno en la ciudad de extraordinaria factura, refiriéndose a la imagen de Jesús Nazareno de la Caída y por tanto sabía que de una forma u otro sería comparado con este, por lo que debía poner todo su empeño para realizar una buena obra, algo que le valdría para la obtención del Premio Nacional de Escultura del año 1945.

Y así fue, en el mes de marzo concluye la ejecución de la nueva imagen, traída en tren desde Córdoba por el secretario de la Federación de Cofradías Sr. Molina Aranda el 21 de marzo de 1945 pagando por los portes 601 pesetas con 40 céntimos.

Como aún no se disponía de una túnica para el Cristo, se utilizó en aquella ocasión una que para el Cristo del Rescate había enviado desde Madrid, D. Andrés Trillo Marín, canónigo de la Catedral de Madrid, que había sido párroco de San Andrés y Canónigo de Baeza y que no era utilizada, pues  todavía no se había organizado dicha cofradía. El 30 de marzo de 1945 desfiló por primera la nueva imagen del Cristo de la Vera-Cruz en la madrugada llevado a costaleros que cobraron por ello 300ptas, en un sobrio trono de madera de la cofradía del Rescate, que se había salvado en la iglesia de los Descalzos, previo arreglo y reparaciones que se hicieron en el taller de Andrés Curiel, e importaron 1950 pesetas.
Como la economía de la cofradía seguía siendo precaria, la Imagen del Señor lucía en la capilla una túnica como la de los penitentes, de sarga marrón, peto negro con la cruz verde al pecho y cordón de cáñamo con cinco nudos, esta túnica aún se conserva en el museo exposición de la Cofradía.

En 1946 llega a Baeza la nueva Imagen del Rescate por lo que había que buscar una nueva túnica para la procesión. Como la camarera Dª. Fernanda Lucena vivía en Linares, todos los años había que ir allí a recoger una túnica de terciopelo rojo bordada en oro que utilizaba la cofradía del Rescate de Linares, según reflejan fielmente los libros de cuentas, en los que se hace constar el importe y objeto del viaje.

En el año 1947 se hizo un trono sencillo de gran tamaño, con el propósito de colocarlo sobre un chasis de automóvil e irlo mejorando en años sucesivos con la colocación de paneles y pilastras de alpaca repujada ya que el 15 de mayo de ese año se firma un nuevo contrato con D. Amadeo Ruiz Olmos para la realización de la imagen de Simón de Cirene, de modo que acompañase al año siguiente a la imagen del Señor. Cuando llega la nueva imagen, todos los cofrades manifiestan su satisfacción por el bello y magnífico conjunto que por fin se veía completado, satisfacción que también experimenta Ruiz Olmos, realizando por ello un donativo de 25 pesetas.
No sería hasta el año 1949 cuando por fin se consiguiera adquirir una túnica digna para el Señor, aprovechando el cambio del terciopelo de seda del dosel del salón del ayuntamiento, la corporación municipal lo regala a la cofradía para la confección de una túnica bordada en oro por las monjas del convento de Santa Catalina, que realizaron un preciosa obra de artesanía.

Siguió creciendo la cofradía y así en el año 1953 el Señor estrenaría una corona de plata sobredorada con piedras preciosas con la que actualmente procesiona en cada madrugada del Viernes Santo, sin embargo, los hermanos de la Vera Cruz necesitaban un nuevo trono procesional para tan excelentes imágenes, en el cabildo de 1 de Junio de 1958 el Mayordomo, D. Fernando Lucena Gámez, propuso la construcción del mismo, aceptándose la propuesta de la llamada Junta Activa, que a través del alquilé de unos futbolines sumado a números donativos de los hermanos  y baezanos ausentes consiguieron sufragar los gastos de su realización. Se le encargó al granadino, baezano de adopción, D. Manuel Rodríguez Delgado que por aquel entonces era profesor de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Baeza, hablaremos más adelante con más detalle de todos los enseres de la cofradía.

En septiembre de 1995 se iniciaron los actos del 50 aniversario de la imagen del Señor, estos se cerraron a primeros de diciembre con una serie de acontecimientos, que resultaron entrañables y muy emotivos. El sábado día 2, y en el salón de la antigua casa de hermandad, tuvo lugar la inauguración de una exposición de documentos relacionados con el encargo y confección de la talla, para a continuación, celebrar una mesa redonda sobre el mismo tema, así como rendir homenaje a la figura del escultor D. Amadeo Ruiz Olmos. La mesa estuvo moderada por D. Rafael Vañó Silvestre e integrada también por D. Manuel Torres Gámez, D. Ramón Mola Cruz, D. Fernando Lucena Gámez y las hijas de D. Amadeo, Dª Rosa y Dª Antonieta Ruiz Ruiz. El acto concluyó “con la concesión y entrega (según constaba en los programas) a título póstumo, de la cruz de oro de la Hermandad al Excmo. Sr. D. Amadeo Ruiz Olmos, que recibió emocionada su hija Rosa. Una gran salva de aplausos puso de manifiesto el cariño y admiración de todos los cofrades por la figura del autor de la hoy queridísima y venerada imagen.

Al día siguiente, domingo, en la iglesia de Santa Cruz que por entonces todavía era parroquia, se celebró una solemne Eucaristía que fue aplicada en sufragio del alma del Sr. Ruiz Olmos y su esposa.  En el momento del ofertorio se llevó a cabo una ofrenda floral a la bendita imagen del Nazareno. La Eucaristía estuvo presidida por los Rvdos. Sres. D. José Melgares Raya, capellán de la cofradía y D. Francisco Jiménez Moya, párroco de Santa Cruz.

En 1996 se inició la restauración en Baeza de la imagen del Señor por la empresa ECROA S.L., ya que el estado de conservación era muy malo teniendo en cuenta la edad de la talla, tanto que se le añadió una abrazadera metálica alrededor de la cintura, sujetada a la peana como si del candelero de una dolorosa se tratase, para darle una mayor estabilidad y seguridad. La talla realizada en madera de pino está compuesta por 32 piezas, presentaba perdidas de policromía, numerosos repintes y grietas por toda la superficie, destaca el fuerte deterioro sobre todo de las zonas de anclaje de los brazos, las manos y del paño de pureza que estaba modelado con tela de saco, por lo que su fragilidad era considerable. Sufrió una pequeña restauración anterior en el dedo meñique de la mano derecha, en la que se le incrustó una espiga de madera para unirlo a la mano.

La completa restauración consistió en un estudio de la madera para evitar ataques de organismos xilófagos, fijar todos los ensambles de la madera, sustituir todos los tornillos por espigas de madera, sustitución del sistema de anclaje de los brazos para evitar daños a la talla, refuerzo de la peana, fijación y recuperación de la policromía en aquellas zonas que presentaban perdidas. Se conservaron las dos firmas del autor, una en el hombro izquierdo y otra en el paladar superior de la boca, en ambas se puede leer “Ruiz Olmos 1945”. También se realizó una nueva cruz más ligera por el excesivo peso de la original y una nueva corona de cambrón natural entrelazado con tirillas de  fieltro en el interior para evitar el rozamiento con la talla. Podemos decir que la restauración fue muy acertada ya que podemos venerarla sin variación alguna a como la concibió su autor.

Tras su restauración fue trasladada la imagen hasta Santa Cruz el viernes de Dolores de 1997 para presidir el Santo Viacrucis de aquel año sobre las andas de la Santa Cruz algo que se volvería a repetir el Viernes de Dolores de 2015, año en el que la Cofradía celebró su 475 Aniversario.


DESCRIPCIÓN DE LA IMAGEN
El Cristo de la Vera Cruz recoge los rasgos típicos del autor, posiblemente la más destacada de este artista, presenta unas facciones un poco alargadas, bastante realista, con gran tensión psicológica, modelado muy suave y para nada teatral. Su posición no es forzada, adelanta el pie izquierdo (descalzo y de gran realismo) que deja ver bajo la túnica de terciopelo; carga el patíbulo sobre su hombro izquierdo y la posición de sus manos y de su cuerpo es la de abrazar la cruz.

Sus manos de gran realismo y perfección anatómica idealizada no agarran la cruz con fuerza, sino que la acarician. Con la izquierda hace un giro de brazo y muñeca dirigiendo la mano hacia el corazón que abarca la cruz en su totalidad, mientras que con la derecha se apoya sobre el instrumento de tortura (lo lisonjea); es esta mano la que marca la ligera inclinación del torso y la espalda por el peso de la misma.

La cruz hace que Jesús gire la cabeza hacia la derecha de una manera muy bella; hemos de decir que nos encontramos ante una talla realista, pero bellísima, de una expresión muy dulce, muy especial.

Tiene un cabello voluminoso, pero resuelto con líneas muy suaves al igual que la barba terminada en los dos mechones. Es una talla completa, pero ideada para ser vestida, por este hecho las piernas están talladas con un poco más de ligereza, con una cierta tosquedad.

El paño de pureza está realizado en tela de saco y yeso. No hemos de olvidar que en la mayoría de las ocasiones Amadeo Ruiz Olmos modelaba a sus obras desnudas y luego en la talla les añadía las vestiduras, posiblemente el paño sea una terminación una vez tallado el Cristo.

Un interesantísimo detalle es su apertura de boca para, mostrándonos un suspiro real muy poco barroco. Sus ojos de cristal, quedan bajo unas cejas muy arqueadas que resaltan esa costumbre de Ruiz Olmos de marcar y ensombrecer los ojos en sus impresionantes carnaciones pálidas. Sería también interesante resaltar el gran realismo y belleza conseguido en sus pies.

Es una gran obra de realismo psicológico, esta vez Amadeo nos muestra un Cristo que mira al fiel mostrándole como su sufrimiento en el fondo le llena de gozo espiritual, pues en esa cruz van los pecados de los hombres y Él llevando su peso será el Redentor de ellos. Muestra al ser superior, al Dios que no castiga, que se ha hecho hombre y participa del dolor de estos con su propio dolor.

En este sentido no nos encontramos ante un Cristo que con su sufrimiento regala amor. Por eso tiene esa expresión tan dulce que dan gran facilidad al fiel para rezarle, es poco su dolor físico, no sangra demasiado, su suspiro es místico, por encima de lo que pueden entender los hombres.

Por esta gran solución iconográfica posiblemente recibiera el premio nacional de escultura en mil novecientos cuarenta y cinco.