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Especial Cristo de la Vera Cruz

Hacia un análisis artístico e iconográfico del Nazareno de la Vera Cruz de Baeza,
obra de Amadeo Ruiz Olmos.

Cristo de la Vera-Cruz de Baeza

La actualmente disuelta Federación de Cofradías de Baeza una vez terminada la Guerra Civil y apoyada por el ayuntamiento encargó a Ruiz Olmos la realización de todas las obras que se habían perdido en la contienda. Una publicación del año 1947 concreta cuales eran las ideas del consistorio: “Recuperar poco a poco todo aquello que el vandalismo de la época roja destruyó.”

Amadeo Ruiz OlmosLa primera obra de la que tenemos constancia es el Nazareno de la Vera-Cruz (se encarga el 10 de agosto de 1944), ya que se trata de la cofradía más antigua de Baeza y de la que tuvo preferencia en la realización de su titular. Posiblemente pudo realizar antes a la Virgen de la Amargura de la Hermandad del Nazareno del Paso, pero no existen documentos que lo acrediten. Sí sabemos que la llegada del joven Amadeo a la zona se produce en 1942 por un concurso amañado en Úbeda para la realización de la cofradía de la Caída, realizando en la ciudad vecina dos dolorosas y la Soledad para el año siguiente. Es en este momento, cuando casi derrotado en Úbeda ante el gran Mariano Benlliure que por capricho y amistad con la familia Sabater ganó el proyecto de sustitución del desaparecido Caído de José o Alonso de Mora se presenta como escultor en Baeza ante Miguel Tallada quien le presta la Virgen del Carmen que había heredado de su tío para que se inspirase y realizase la Virgen del Rosel. Desde este momento prácticamente podemos afirmar que hasta la realización del Rescate, Ruiz Olmos se convertirá en el imaginero oficial de Baeza.

A pesar de esta cuestión, sabemos que existieron diferentes presupuestos para la realización de la imagen venerada en la parroquia de la Santa Cruz, tras la petición de Juan Lucena, posiblemente porque aún se dudaba de la valía del autor, tanto por su juventud como por su poca producción en aquellos momentos que se dispersaba en pequeños pueblos de la provincia de Córdoba, salvo dos importantes crucificados en la capital omeya. Juan Luis Vasallo (criado en la ciudad y casado con una baezana, aunque desde 1936 se encontraba residiendo en Jerez de la Frontera) fijó sus honorarios en diez mil pesetas, mientras que Moral y Ruiz Olmos lo hicieron en seis mil. Por el bajo presupuesto en poder de la cofradía y de la Federación, se decide descartar la gubia de Vasallo Parodi y confiar en Amadeo.

Por la amistad que existía entre Vasallo y Ruiz Olmos, además de la consagración mayor como escultor en aquel momento del primero (quien llegó a realizar la imagen del sepulcro de Beatriz de Suabia para la capilla real de la catedral de Sevilla o algunas obras para el Santuario de Torreciudad), éste le confesó a Amadeo que no comprendía cómo le había ganado el proyecto; a lo que el otro le contestó que por el precio, pues él comprendía que el precio normal de una obra era de diez mil pesetas, pero que había que trabajar más barato, pues de lo contrario las obras no se vendían y se quedaban en el taller.

Nazareno de la Cofradía de la Santa Vera-Cruz de BaezaEntrando en un análisis artístico de la obra que Ruiz Olmos legó a Baeza, nos encontramos ante uno de los misterios más reproducidos en imaginería, es el momento en que Jesús tras su primera caída vuelve a cargar con la cruz a cuestas ayudado por Simón de Cirene, evidentemente una iconografía muy común a la que se enfrentan normalmente todos los imagineros, pero cómo la entendió Ruiz Olmos.

No hay duda que es el primer Cristo que deja en el centro de la provincia tras la talla del Cristo de la Paciencia de Andújar o las tallas de Lopera. De la Paciencia isturgitana poco podemos decir, ya que se le obligó a realizar una copia de la perdida en la guerra y sólo por sus inconfundible gubia es conocida, aunque no guarde las proporciones. En las de Lopera, quizás por su rapidez en el trabajo, así como por el mal estado de conservación no realizó obras demasiado perfectas, salvo el crucificado de la Vera Cruz, aunque éste es una fiel influencia de su primer crucificado, la Clemencia de la Cofradía de los Dolores de Córdoba (de hecho a Lopera llevó el boceto del mismo llamado Cristo del Humilladero o Cristo Chico que se venera en la ermita del mismo nombre).

Cristo de la Vera-Cruz de BaezaEl Nazareno baezano es un Cristo con los rasgos típicos del autor, unas facciones un poco alargadas, bastante realista, con gran tensión psicológica, modelado muy suave y para nada teatral. Su posición no es forzada, adelanta el pie izquierdo (descalzo y de gran realismo) que deja ver bajo la túnica de terciopelo; carga el patíbulo sobre su hombro izquierdo y la posición de sus manos y de su cuerpo es la de abrazar la cruz.

Sus manos de gran realismo y perfección anatómica idealizada no agarran la cruz con fuerza, sino que la acarician como si de un instrumento musical se tratase. Con la izquierda hace un giro de brazo y muñeca dirigiendo la mano hacia el corazón que abarca la cruz en su totalidad, mientras que con la derecha se apoya sobre el instrumento de tortura (lo lisonjea); es esta mano la que marca la ligera inclinación del torso y la espalda por el peso de la misma.

nazareno veracruz de baezaLa cruz hace que Jesús gire la cabeza hacia la derecha de una manera muy bella; hemos de decir que nos encontramos ante una talla realista, pero bellísima, de una expresión muy dulce, muy especial. Es posible que Ruiz Olmos conociera el Caído que existe en la ciudad atribuido a José de Mora que mezcla en su rostro dulzura con sufrimiento, un Cristo granadino al cual es muy fácil acercarse, pues invita al rezo y a la conversión. Aunque los cristos no se parecen absolutamente en nada es posible que la expresión de este Cristo inspirara a Amadeo, pero no deja de ser una hipótesis hecha por nuestra persona y para nada documentada, pues por ejemplo Ruiz Olmos huye del carácter enfermizo que José de Mora dará a sus grandes obras de perfección anatómica.

Nazareno de la Vera-Cruz de BaezaEn su rostro tiene los típicos rasgos del escultor, un cabello voluminoso, pero resuelto con líneas muy suaves al igual que la barba terminada en los dos mechones que Ruiz Olmos tenía por firma. Según sus propias palabras era una forma de conseguir los rasgos que tenía la raza hebrea y que Jesús debió de tener en vida. No se puede olvidar que Ruiz Olmos era una persona religiosa y con unos ciertos conocimientos teológicos y antropológicos, al menos siempre lo defendió y sus obras parecen demostrarlo.

Piernas de la Imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Cofradía de la Santa Vera-Cruz de BaezaEs una talla completa, pero ideada para ser vestida, por este hecho las piernas están talladas con un poco más de ligereza, con una cierta tosquedad. Amadeo sabiendo que el Cristo iba a ser vestido podría haber creado una talla de candelero, pero prefirió crearlo completo, pues él consideraba que los armazones no marcaban respeto para un Cristo o una Virgen, aunque en muchas ocasiones los utilizó. Por este hecho quizás decidió no tallar excesivamente las partes tapadas por la túnica, pero lo suficiente para todo aquel que quisiera observar al Cristo desnudo se diera cuenta que no se trataba de un armazón.

El paño de pureza está realizado en yeso. No hemos de olvidar que en la mayoría de las ocasiones Amadeo modelaba a sus obras desnudas y luego en la talla les añadía las vestiduras (caso del cuerpo yacente de Manolete para su mausoleo en el cementerio de Nuestra Señora de la Salud de Córdoba, aunque esta técnica la perfecciona a mediados de los años cincuenta del siglo XX tras haber visitado Italia), posiblemente el paño sea una terminación una vez tallado el Cristo.

Nazareno de la Vera-Cruz de BaezaUn interesantísimo detalle es su apertura de boca para, mostrándonos un suspiro real muy poco barroco. Sus ojos (de cristal, firma normal del autor) quedan bajo unas cejas muy arqueadas que resaltan esa costumbre de Ruiz Olmos de marcar y ensombrecer los ojos en sus impresionantes carnaciones pálidas, que por fortuna este Nazareno de la Vera-Cruz todavía conserva gracias a la buena restauración (perdidas en 2010 en su hermano menor, el Nazareno de Villa del Río por una reinventada restauración hacia las modas actuales). Bien es cierto que esa conservación de la obra baezana demuestra la influencia en policromía que Amadeo había tomado de las imágenes de Francisco Salzillo, llevadas a sus máximas consecuencias en las obras de Mariano Benlliure dentro de una policromía levantina que negaba las ideas de la baja Andalucía. Sería también interesante resaltar el gran realismo y belleza conseguido en sus pies. Es una gran obra de realismo psicológico, esta vez Amadeo nos muestra un Cristo que mira al fiel mostrándole como su sufrimiento en el fondo le llena de gozo espiritual, pues en esa cruz van los pecados de los hombres y Él llevando su peso será el Redentor de ellos. Muestra al ser superior, al Dios que no castiga, que se ha hecho hombre y participa del dolor de estos con su propio dolor.

En este sentido no nos encontramos ante un Cristo como el que posteriormente tallaría con la advocación de la Columna para la misma ciudad que implora perdón hacia los hombres y que sufre por la locura de éstos, sino ante un Cristo que con su sufrimiento regala amor. Por eso tiene esa expresión tan dulce que dan gran facilidad al fiel para rezarle, es poco su dolor físico, no sangra demasiado, su suspiro es místico, por encima de lo que pueden entender los hombres. Por esta gran solución iconográfica posiblemente recibiera el premio nacional de escultura en mil novecientos cuarenta y cinco.

Cirineo de la Crofradía de la Santa Vera-Cruz , Amadeo Ruiz Olmos 1947, BaezaLa obra fue de gran agrado en la ciudad hasta tal punto que en años siguientes se le encarga a Ruiz Olmos la elaboración de un Cirineo para acompañar al Cristo ayudándole con la cruz. Es una obra que sustituiría a una imagen seriada de la casa valenciana de Burillo, destruida en la Guerra Civil. Hay varias cosas interesantes que decir de él. Está un poco inclinado, sosteniendo con sus manos el pie de la cruz. Ubicado en el lado izquierdo del patíbulo; su mano izquierda lo coge por debajo mientras gira el cuerpo, a la vez que su mano derecha nos muestra la intención de levantarla.

Su rostro levemente comienza a girar hacia Jesús quedando en una posición en la que hace partícipes a los espectadores dirigiendo su mirada hacia ellos a la vez que comienza a mirar a Cristo. Su cabello y barba están tallados con líneas suaves, se puede destacar un curioso flequillo en forma de pico que tapa un poco las amplias frentes típicas del autor (no ocurre lo mismo en el Cristo). Nos gustaría resaltar que este interesante cabello es difícil de observar ya que la cofradía viste a la imagen con un paño hebreo sobre su cabeza que oculta muchos detalles de ella. Vuelve a tener la pálida carnación típica de Ruiz Olmos (resaltar que es mejor la policromía de la cara que la de las pantorrillas, algo más irreal).

Cirineo de la Cofradía de la Vera-Cruz, Amadeo Ruiz Olmos 1947Quizás lo más interesante de la obra sea su expresión, mira a Jesús y a los fieles con extrañeza, con cara de compasión. Ve a Jesús como un hombre, como un reo de muerte y aunque se compadece de Él, no entiende la actitud de Éste frente a su Pasión. Es la contraposición de dos imágenes, pues una muestra al Dios y la otra muestra al hombre, el Cirineo podemos ser cualquiera de nosotros y nuestra expresión no sería muy diferente a la de éste si nos encontráramos ante una situación parecida. Los rasgos individualizados de Simón nos muestran que Amadeo ha vuelto a utilizar la técnica de retratar a una persona cotidiana, aunque realmente no conozcamos su identidad. La obra debió de satisfacer mucho al propio escultor ya que años después realizaría un Nazareno para la localidad cordobesa de Villa del Río (ya nos referíamos a él anteriormente) de tremendo parecido a éste, diferenciándose tan solo en que el cordobés tiene algo más de movimiento, puesto que crea una gran distancia entre las dos piernas apoyando todo el peso en el pie izquierdo. Por lo demás las similitudes en las manos y en la expresión de la cara son muy tangibles salvando algunas diferencias.

No es de extrañar que prácticamente se copiara la obra, pues con la Vera-Cruz recibió el Premio Nacional de Escultura en 1945, mismo año en que entregó la obra a la ciudad de Baeza. Repitió más veces el tema, concretamente se conservan Nazarenos de su gubia en Cañete de las Torres y Villanueva de Córdoba, pero nunca llegaron a tener la perfección psicológica de su primera obra.

Proceso de restauración del Cristo de la Vera-Cruz, 1997. ECROA S.L. BaezaRespecto a la restauración recibida en 1997, decir de ella que se trata de una intervención muy profesional ya que el Cristo ha conservado su policromía original tan característica de Ruiz Olmos. Se puede apreciar que para esta fecha la imagen se había deteriorado demasiado, mostrando una gran grieta en el cuello y otras muchas producidas por movimientos internos de la madera y en los ensamblajes. Incluso en algunas partes existían pérdidas de estuco y gran pérdida de policromía generalizada. Por tanto la obra es estudiada por los restauradores minuciosamente, los cuales tuvieron que fijar la policromía que tenía peligro de desprendimiento y limpiar toda la obra así como prevenirla de ataques biológicos.

José Policarpo y Rafael Rodríguez Moñino definirán la obra de la siguiente forma: “Resalta en la imagen su composición original, el rostro y las manos, sin que prestara el escultor excesivo cuidado en el resto de la obra, puesto que está hecha para ser revestida. Posiblemente sea la escultura más destacada de este artista.” También afirman que comparada con la obra perdida en 1936, a pesar de que era una obra muy emotiva, no llegaba a la calidad de la actual.

Nosotros consideramos que es una de sus obras maestras, aunque sería difícil consagrarla como la mejor, puesto que en épocas posteriores realizaría obras de gran valía. Lógicamente no podemos olvidar que se trata de un premio nacional de escultura, quizás uno de los principales galardones existentes en la época de postguerra. Respecto al Cirineo, los dos historiadores anteriormente nombrados lo califican como escaso de valor artístico, aunque perfectamente conjuntado con la imagen del Señor. Volvemos a no compartir esta estética, pues el Cirineo es un auténtico retrato lleno de cotidianeidad que desde nuestro punto de vista no puede ser tratado como carente de valor artístico. Es más, ¿qué sentido tendría cambiar un Cirineo seriado por otro de características similares? Bien es cierto que no es una de sus mejores obras secundarias, pero entran dentro de ese punto del retrato cotidiano que el escultor llevará a sus máximas consecuencias en la década de los cincuenta, pero que quedaba demostrado en 1943 con la realización de Santa María Magdalena para la cofradía de la Soledad de Úbeda y de la que es heredero este Cirineo o el magnífico San Juan de la cofradía del Paso que repetiría de manera muy similar para la hermandad de la Sangre de Málaga, único lugar donde su imaginería se mezclaría con la de Francisco Palma Burgos en un grupo.

Nuestro Padre Jesús Nazareno en la Madrugada del Viernes Santo, Cofradía de la Santa Vera-Cruz, Baeza 2008

A modo de conclusión, tan solo queremos resaltar que el Nazareno baezano de la Vera-Cruz puede considerarse desde el punto de vista psicológico como la mejor obra que Amadeo realizara en su primera etapa de imaginero comenzada en 1938 y terminada con su finalización de obras en Baeza mediante el Rescate, obra con la cual sufrió un fuerte desengaño por ser obligado a realizarla desproporcionada, algo de lo que siempre dejará información indirecta en su documentación epistolar cuando ya sea un artista consagrado.

Pablo Jesús Lorite Cruz.